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De lo visible
Circe Maia
Carátula de Fidel Sclavo
Feria Nacional de Libros y Grabados
Asociación de Impresores del Uruguay
Lo Uno
Quieres deslumbramientos?
Apresúrate, entonces,
porque sólo a esta hora
-las diez y veinticinco de la mañana- el sol
da de lleno en la cima
del campanario. Azules,
las baldosas se truecan
en espada vibrante y violenta
que señala lo alto.
Y qué trae esta espada luminosa
que hiere la retina?
Tal vez la voz remota de Plotino, diciendo:
Lo uno no es mirable.
Pero el súbito ataque
de lo sublime es breve.
El éxtasis escapa.
La garra de la luz
soltó ya el campanario.
Las diez y treinta:
otra vez las baldosas azules
son visibles. (Algunas
bastante desgastadas.)
5
Movimientos
La cuidad crece perceptiblemente
e imperceptiblemente se deshace
vuelta memoria.
No, no. No es nostalgia.
Es el verse rodeado
del doble movimiento de las cosas
como si en vez de andar, fuera uno sentado
en una hamaca siempre balanceándose:
el futuro te empuja entre vigas al aire
y otras -también al aire-
te empujan hacia atrás
con un golpe de herrumbre.
6
Doble imagen
Muchas veces el pensamiento
envidia a la mirada.
A la mirada sin pensamiento
a la pura mirada.
Ahí están esos árboles
doblados, invertidos
en el reflejo de la laguna
y no, como otras veces
con mucha claridad, no, porque el agua
está ligeramente
rizada, muy ligeramente.
Entonces
la imagen está un poco
desdibujada
-la imagen inferior, temblando, apenas
un poco menos nítida-
Y es como si expresara alguna cosa
cuyo tema es la otra, sin duda
Pero ¿qué cosa?
¿Propone doble mundo?
Pensamiento confuso.
Mirada clara.
7
i I 4
***
Dl tu ( / D
C.
La trae un cisne
por entre el aire opaco
por dentro del papel fibroso, desparejo
viene volando
por dentro de la niebla
dentro de los distintos tonos
del color blanco.
La tinta que la crea
ha dibujado nítidamente
el pecho descubierto, el rostro sereno,
los cuatro brazos.
Una mano tiene un collar, la otra un instrumento
musical, la tercera
un papel arrollado? no se sabe. La cuarta
hace un gesto hacia abajo como para frenar
el vuelo del cisne.
(Tal vez muy rápido?)
El cuello del cisne
está vuelto hacia abajo.
(En el pico, una flor) Las grandes alas
pluma por pluma
pueden mirarse
una por una.
Todo está nítido
y a la vez vago:
Quién es esta joven, esta extraña diosa?
Sólo aparentemente la miramos.
8
Sonido
Son planchadas
las arrugas visibles de la tela.
(En el cuarto
el silencio y la luz tejen redes ingrávidas
que trepan las paredes.)
Pero
la vejez ha raspado los hilos
y los dejó tan débiles
que al alzarse
la tela se abrió de un lado a otro
Inesperadamente
ese ruido cortó el blanco silencio
del coser y el planchar
Cortó como aire frío
entrando por ranuras de los muros
Como armado enemigo
el sonido filoso y siniestro: El desgarro.
9
Hechizo
(De un ejemplo de lógica)
Los dos caballeros
con sus dos caballos
y sus dos lirios
se reducen a uno, en una fórmula
frente al ojo severo de la lógica.
Arrastrados al reino frío
de los símbolos matemáticos
los caballos relinchan, espantados.
Los caballeros sienten que no pueden
respirar en el aire de hielo
Los impávidos lirios
se mantienen serenos.
Ya alguna vez soplaron estos vientos
-piensan los lirios-
y nunca pasó nada.
Pestañea el filósofo.
Se deshace el hechizo.
Y los dos caballeros
con sus dos caballos
y sus dos lirios
regresan al galope al reino de la magia.
10
Apoptosis celular
Ha sonado la hora!, dice una señal
y la célula estalla (Ella misma decreta
su muerte) Ya está hinchándose
rompiendo sus paredes
abriéndose, muriendo.
Suicidio diminuto e invisible
recorre nuestra casa de piel y los tejidos
albergan aquel grito de muerte tan cierto
que casi puede oírse...
(El hilo de las Parcas nos resultó enredado
con la hélice doble de la vida.)
11
Terca paloma
-El aire me pesa...
(La paloma se cansa luchando contra el viento)
-Sácame el peso
quítame el aire
líbrame el ala
El aire te sostiene
ave estúpida, calla
(Pero sueña el vacío
la paloma kantiana)
12
Raíces
Hoy de mañana
tuvimos que arrancar unas hierbas
que crecían por todas las ranuras.
Se arrancaron las hierbas
y quedaron al sol temblando las raíces
como sorprendidísimas... y esto?
De lo oscuro a lo claro en un instante?
Muerte invertida, rara:
de la tierra cerrada y ciega
al ojo azul, que todo lo traspasa.
Abrirse a todo aire: perderse
Soltarse a toda luz: también perderse
dicen las raíces
temblando.
13
El tercero
Desde aquí arriba se ven los fondos de otras casas
sus patios posteriores, algunos muy descuidados.
Mirando bien, hay tres muy diferentes
que se dan la espalda, ignorándose.
El que está aquí debajo es el peor: hay piedras y maderas
también algunos ladrillos y papeles.
El otro, de anchas baldosas rojizas
está vacío totalmente: nada
ni un alambre de ropa, ni un balde, ni una planta.
Y aparece en el aire la balanza invisible
que pesa en sus platillos
de un lado el abandono
y del otro el vacío. (Rastros del ser de un lado
puro no-ser del otro)
Y el miedo
de que queden los ojos prisioneros
en esas dos imágenes y vean como un sueño
al tercer patio, apenas entrevisto
donde hay un banco bajo una sombra verde.
14
Órdenes
El borde el techo
rígido
contra el cielo.
El borde de la nube
todo desflecado
El viento dirige la nube
que a cada soplo cambia
de minuto en minuto
Los bordes del techo
inmutables
sordos a las órdenes de abrirse
de avanzar, de cerrarse...
Grita el viento consignas
y sólo responden
los bordes de las nubes
y las temblorosas hojas del naranjo.
15
Lluvia de octubre
Que las gotas toquen con tanta suavidad las baldosas
hace que no parezca muy real esta lluvia,
ningún ruido.
Sólo se ve prenderse y apagarse los pequeños círculos
dando golpes al agua, blandamente.
Se encienden y se apagan, como pequeños signos
-cambiantes, rapidísimos-
de un código secreto.
16
¿Qué enseñan?
El estiramiento de una hoja arrollada
puesto en cámara rápida, ¿qué enseña?
Muestra una mano abriéndose
algo mostrando algo.
Un gesto.
una mujer limpiando una ventana
las baldosas de un patio....cualquier cosa
que después queda húmeda y brillante
¿qué muestra?
¿no es la lavada cara de la esperanza?
Y los grupos de estrellas que se chocan
entre sí pero asombrosamente
no se tocan
¿enseñan algo?
17
La pena
Pena de la arista que
pierde su filo
el cuchillo romo, la
piedra desgastada
hilachas salidas de
no se sabe dónde... y el polvo
el que flota en el aire, da pena:
no se puede juntar
coser, pegarse...
Están ya muy cerca
de la nada-nada.
18
Juntos
Todo lo eterno resultó un insulto
para la pobre planta pisoteada
también para los ojos que la miran.
Mírala.
Más vale ir juntos
-no te separes-
con la corteza que el viento arranca
salir volando.
Si se quiebra, quebrarse
quemarse, si se quema.
Ir desapareciendo
sin soltarle la mano.
19
No y sí.
Ella rehúsa y calla.
Pero la oscura y verde
mujer que vive dentro
de ella
muerde rabiosamente
y traga.
20
La Fiesta de Trimaldón.
En medio de la fiesta
Trimaldón quiere saber qué se siente
qué iba él a sentir en su velorio
el díá en que los dioses dispusieran
su muerte...
Entonces
pide a los invitados que se hagan los dolientes
y él se pone su fina mortaja
de color adecuado
hace tocar la música adecuada
y pide que le lloren
que le arrojaran flores
y lloraran.
Algunos invitados protestaron
-su mujer no quería-
pero todo se hizo a su manera.
Los viejos manuscritos están rotos
de modo
que ya salta Petronio hacia otro tema
y el liberto no sale
de su espantosa fiesta.
21
Algo entrevisto...
Con el sol yéndose
las puntas de las hojas
se ven descoloridas
pero en el resto
el verde brillo, brilla.
Y como hay viento
un rápido movimiento de luz se hace visible
y aunque el lugar secreto
de donde brotan las hojas quede oculto
algo entrevisto surge, fugazmente.
Aún aquella Sibila, dentro de la botella
como un insecto, como una piedrecita
podría igualmente verlo
De a ratos
podría verlo.
¿Y no es mejor que nada?
22
La anacahuita
Quebrada. Cortada.
Un tocón negro en el suelo.
Ya la dábamos por perdida!
Y ahora...
Como oir de nuevo
la voz silenciada
subiendo por los poros de la tierra
la antigua música.
(Una aroma agreste sale de las hojas
si las tocas con la mejilla).
23
Ayer, un eucaliptus
Vuelve hacia el este un bracito frío
-el que tiene hojas nuevas-
pero el tronco, que enfrenta al sol poniente
está tibio al contacto de la mano
tibio y liso -asombrosamente liso-
como de porcelana, no madera.
(Claro que porcelana que tuviera
adentro, un té caliente, que la mano
disfruta, hasta que enfríe.)
El color...imposible
de definir: un tono
entre gris y rosado, en fondo verde.
No, no lo ves, tampoco lo imaginas.
Su ser es de memoria. Inalcanzable
por otros pensamientos. Ni una idea
lo toca...Qué diríamos
de aquel roce y aquel calor del tronco?
Sólo la piel, la palma de la mano
de algún modo lo guarda, por lo menos.
24
El lenguaje de las asimetrías
El placer de seguir, punto por punto
lo que los ojos ven: el placer cierto
de desviarse un medio milímetro
-la mirada guiada por la mínima
torcedura del talio-
y enderezar después y seguir paso a paso
las ramas dobles casi paralelas
una a cada lado del delgado tronco.
Casi iguales... El "casi" se siente entre los dedos
la finísima trama de las asimetrías
casi como un lenguaje.
¿Y qué dice esta lengua tan compleja?
Dice que como nada es idéntico a nada
lo que se dice aquí vuelve a decirse en otro
tono, otro matiz, otra distancia
pero jamás enteramente uno
ni enteramente ajeno.
25
Inestabilidad
Otra vez es posible escuchar las dos voces:
la que dice que sí, que está en su casa
(Y ve su casa en cuanto ve)
y la otra
que es ajena, visitante, huésped y tal vez
desconoce la lengua y las costumbres
de un lugar que no es suyo.
Y también pareciera
que hasta las mismas cosas querrían
salirse alguna vez de ese ángulo
en que les da la luz de esa manera y no de otra.
Querrían
por una vez, no estar en su sitio
no tener un sitio propio. Y si se quedan
es porque no las dejan partir y así las vemos
quietas
a duras penas.
26
El viaje hacia Itea
I
Desde las montañas de Delfos se va siempre en descenso
hacia Itea, junto al agua brillante
del Golfo de Corinto.
Es un día de sol, pero hay siempre una bruma
azulada, a lo lejos: las costas están siempre borrosas
imprecisas, pero aquí cerca, en las casas
los pequeños jardines, todo es nítido, límpido.
Resuenan las campanas. Entra gente a la iglesia.
Brillan los candelabros bizantinos.
A la izquierda, los rostros de las santas
Irini, Ekaterini
tienen una mirada seria; las manos delicadas
sostienen una banda de tela con sus nombres
en dorado. La música
y los cánticos inundan el espacio. Una mujer de negro
se arrodilla y enciende
un largo cirio de color arena
frente a un icono. Cantan
dos voces alternadas. El rito ha estrechado
a todas estas gentes, que están como abrazadas
por los claros sonidos
por la luz de los cirios
y la mirada sería de Irene y Catalina.
(Sensación de atisbar, por un caleidoscopio
las cambiantes figuras, bellas e incomprensibles).
27
II
La pequeña ciudad sin ruinas ( sin turistas)
se repliega en el tiempo: hoy es día
de fiesta ciudadana. Cerca de donde llegan
Las barcas pescadoras
hay una plaza, ahora embanderada.
El himno, los discursos, el funcionario (alcalde?)
el pope
y alrededor
escolares, familias, niños inquietos, perros.
Junto a una mesa, invitan con refrescos
libremente a quien llega. No llegan demasiados.
Y otra vez, el ajeno, el extranjero
se sumerge por breves instantes en la música.
Sus ojos siguen la línea de otros ojos;
su cuerpo es uno más entre los cuerpos
en igual actitud...
Pero son formas inestables
la figura no cierra
rápidamente se desdibuja.
Lo que fue -lo que fuera- ya se abre.
hay gritos dispersos
roces, gestos,
pasos que no se suman
ojos que se desvían.
Viento.
28
El pez
A los costados -arriba, abajó¬
se extienden las redes
pero el pez no está preso: navega
con ellas, por ellas. Remonta
hacia arriba, hacia abajo, al costado
por los caminos
que le señalan posibles vías enmarañadas.
Hacia todos lados se abren salidas
La red no lo encierra:
hacia arriba, hacia abajo, al costado
se libera al moverse.
29
Discreción en Delft
Sorprendía la ausencia de cortinas
en la mayoría de los ventanales:
grandes vidrios hasta el suelo
y dentro
una sala sin nadie, muy cuidada, con flores.
El interior no debe ser visto
desde afuera.
Los transeúntes pasan,
las miradas resbalan
y la sala
-visible-invisible- es ajena:
la transparencia del vidrio la abre y la ofrece
la discreción de los ojos la cierra y la guarda.
30
La escalera a oscuras.
En la escalera a oscuras
nadie sabe muy bien en dónde está parado.
Los escalones fueron devorados
por gran oscuridad; el pasamanos
resbaloso, invisible. El descansillo
-al torcer su dirección la escalera-
puede hacernos dar un traspié. Conviene
subir o descender con grandes precauciones.
O mejor esperar a que se encienda
la luz, si es que se enciende, si es que
alguien más sube o baja
Atención entonces al mínimo crujido
de la escalera...
31
Calle lateral
Al anochecer
muchas casas tienen todavía
las puertas entreabiertas:
franjas de luz, cruzando las baldosas
llegan hasta la calle.
Durante todo el día
van y vienen personas
que no cierran las puertas
sino que las entornan...
Quedan a veces
a la vista una planta, un zaguán, escalones.
Y el misterio se instala a plena luz
porque ahora
cada puerta entornada ha dejado volarse
un hálito
de la cerrada vida de la casa.
(Las hojas de la planta del zaguán se agitan
débilmente
por el viento que llega de la calle.)
32
Prisionero
ia ciudad te ha de seguir
Kavafis
Así que no hay manera de librarse:
bastará darse vuelta para verla.
Allá viene, siguiéndote
moviéndose -en apariencia lentamente-
y en realidad muy rápido.
Y si huyes, por un momento sientes
muy lejano el ruido de las calles
discusiones, motores y ruidos y bocinas
son un sordo rumor.
Y de tan lejos
apenas brillan ahora las ventanas más altas
tal vez un campanario.
Pero cuando por fin llegas a otro
lugar, a otra ciudad desconocida
tu ciudad te ha alcanzado bruscamente:
ya no es cuestión de darse vuelta. Adentro
muy adentro de ella te paseas
y a la otra le ruegas que te espere
que no se vaya lejos...
La otra no se mueve, pero se decolora
pierde tibieza, sus sonidos bajan
sus olores apenas se perciben
y el viejo aroma de la que te envuelve
no te suelta.
33
Hablamos
(In memoriam I.)
Ella está sentada, hablando de cosas
que están alrededor y se puede
decir cómo se hicieron:
la pequeña vasija sobre la mesa
es obra de sus manos
-No, no fue difícil, dice,
y muestra otra cosa:
la gran alfombra rústica,
circular, sobre la que
se apoyan los muebles,
nuestros pies, la mirada.
La colcha de la cama?
(Ya debe recostarse)
-Sí, pero quedó muy larga, dice
y sonríe otra vez.
(La palidez, intensa)
El conversar la cansa y sin embargo
la mirada y la voz están saltando, vivas
sobre las cosas. (No querría soltarlas)
Hay que buscar otro tema posible.
¿Hablaremos de plantas?
Sí, de plantas.
34
Opuestos
La perfección con la que el cuerpo salta
del trampolín, la seguridad con la que hace
un movimiento de tijera
y corta el agua
derrota sin ningún trabajo
y sin ni darse cuenta
todos los balbuceos, avances, retrocesos
el que sí y el que no de la palabra
pensada y no dicha
dicha y no pensada.
Salta otra vez el nadador.
Míralo.
Calla.
35
Firdusi
Hay que saltar mil años hacia atrás, hacia Persia
y hacia Firdusi, que envejece.
El se lamenta, claro de todo, entre otras cosas
de no poder hacer el veloz movimiento
de girar la cabeza
cuando ya está el lanzazo rozando las pestañas.
Entonces
ahí está la vejez: un reflejo
que no se hace a tiempo y falla
por un pequeño instante.
¿Falla la mano?
¿El ojo?
¿El pensamiento?
Todo se va perdiendo de a pedazos
y por trozos minúsculos, pedacitos de tiempo
pulverizados.
36
Pesadumbre
Dimos un paseo por tierras arrasadas
con un peso de troncos sobre el corazón.
Sí, eucaliptus. Los que por años fueron
la pared de verdor junto a la casa
(digo pared por la presencia casi
compacta de los árboles)
con múltiples caminos, con entradas semi-
secretas -por lo menos así nos parecían
y ahora pesando extraña-
desmesuradamente:
los invisibles árboles de plomo y de ceniza
a la vez, transparentes y oscuros
a la vez, rumorosos, altísimos
y ahora
un hueco de silencio helado sobre el pecho.
Es cierto: son y no son los árboles cortados.
Ellos, desde el pasado llaman
con sus raíces y troncos extendidos
como para atrapar y proteger otros pasados
alimentándose de lo que ya no existe.
Extraen savia de una memoria muerta
de los deseos desaparecidos
y es materia invisible, de gravedad altísima
atrayendo hacia sí cualquier hilacha
de pensamiento.
Las cosas por su nombre...
¿Y si no lo tienen?
Cómo se llama esta tristeza
que te dan las tres notas ascendentes
de La Muerte de Aase, en esta música?
Cuidado, no se llama Esta Tristeza
Vas a tener que dar algún rodeo
para nombrarla
porque no existe fuera de las notas
y sin embargo
las notas no son ella.
38
La espiga sola
(De Metrodoro de Quíos)
Inimaginable:
en la inmensa llanura
la espiga sola.
También inconcebible:
en mundos infinitos
la vida, sola
brotando en un planeta
de una estrella remota.
39
El Pájaro
Los antiguos veían llegar la buena suerte
cuando volaban pájaros a diestra.
(Imagino el temor de ver un gran pájaro negro
apareciendo por el costado izquierdo)
De este pájaro, en cambio, no es claro su mensaje:
apareció delante de mí, dio un vuelo ambiguo
-un poco a la derecha, de nuevo hacia la izquierda-
y desapareció inesperadamente, tragado por la niebla.
Su mensaje -si hubo- quedó indescifrado.
Su vuelo fue una curva sin terminar, un trecho
de un recorrido total imprevisible
a partir de lo poco que se vio...
Sin embargo
la mirada lo busca intensamente.
¡Que se muestre otra vez! ¡Que haga otra vez su vuelo
garabato, su pequeño rasguño en lo gris, que aparezca
(La voz délfica se niega a repetir lo dicho
y calla, por más que le pidamos.)
40
Desprendimiento
(De un texto de física)
"Los sonidos blancos no tienen memoria..."
La frase se ha soltado del texto. Libre
desprendiéndose de su significado
baila en el aire
y es como un vestido
bailando, sin cuerpo.
"Los sonidos blancos..."
(Un diagrama muestra un amontonamiento
de líneas verticales
rayaduras
cálculos.)
41
Huellas
Ser es rehacerse
de rastros de otras cosas.
Que no alardeen que salen de nada!
Cierto que no hay memoria
en el fuego ni el aire
-por desgracia también la "memoria del agua"
resultó puro sueño-
pero la tierra, en cambio
-a veces, por lo menos-
muestra rastros
huellas remotísimas
de las que están hechas también nuestras pisadas.
42
Canción de la contingencia
Podría no haber nacido
podría no estar aquí
lo que hice, no haber hecho
lo que dije, no decir.
El punto desde el que miro
¿quién lo habría de ocupar?
¿Otros ojos mirarían?
¿No habría ningún mirar?
Tal vez hubiera una planta
en donde pisa mi pie
o tal vez fuera una piedra
que ahora no está, no lo sé.
A veces crece la planta
sin tener donde crecer
y cae y cae la piedra
y no deja de caer.
Y miran con gran reproche
porque hay otro en su lugar
¿Y quién va a explicarles nada
si no hay nada que explicar?
43
¿Dónde?
Hay un pequeño pájaro -se piensa
que ha de ser muy pequeño - cuyo canto
empieza en tono alto y decidido
pero baja al final, como sintiéndose
arrepentido, desilusionado.
Se esconde, no es visible
no se observa su vuelo
sólo se oye
su misterioso trino
siempre alegre al principio y enseguida
triste al final, como enlazándose
con la sombra que crece
con luces lejanísimas y débiles
Prepara
el regreso en silencio
-sobre todo él silencio-
el gesto de cansancio
la desaparición de las palabras.
44
Viaje
Bloques de sombra contra el cielo claro
los montes de eucaliptus cortan en trozos la remota línea
del horizonte.
Aquí hacia el sur ya no se ven más cerros
Y detrás de los árboles va una línea rojiza
diciendo que se acaba una luz que no es tuya
que nada tiene que ver con tus palabras
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¿Cuál?
Puede ser que la calma encubra fiera lucha.
Peleando por espacio los seres vegetales
se empujan, se atropellan...
Una guerra invisible y sin ruido
ha estallado por todos los lados
pero
cuando la luz (o la bruma) los fija
inmóviles, dibujan
las líneas enlazadas de las ramas y troncos
una sola figura
¿Y cuál de las dos cosas será más verdadera?
45
Fines de Agosto
A finales de agosto hay algo que estalla
en hojas pequeñísimas.
La explosión silenciosa
trae verdes clarísimos
y hasta a veces en la punta de las hojas un tono
diferente, difícil de definir, brilloso.
¿Te molesta este tema tan manido?
No mimporta.
Ellas
-las hojas-
salen.
47
IV
Paisaje de Aries. Van Gogh.
Lo que está en primer piano
es esta enmarañada
maleza de hojas enredadas, y oscuras
Muy en segundo plano
árboles y edificios.
Es como si el pincel hubiera dicho: "Entren
peo no importan tanto"
Y entonces
quedó como empujada
-por detrás de unos árboles-
la torre de una iglesia...
Y una vez y otra vez regresa la mirada
a enredarse y quedarse
aquí dentro, en medio del nervioso entrevero
de colores oscuros y formas fuertes
un poco
inacabadas.
48
Sorpresa y uvas
... feliz en su soledad circular"
Parménides de Elea
Como empezaron a madurar las uvas
se ensombreció el parral
pero de pronto
se vio en la sombra brillar, casi incoloro
el cristal redondo de una uva sola:
una esfera translúcida.
Mañana va a empezar, irrevocablemente
el proceso seguro
de su oscurecimiento-azulamiento
pero ahora
este techo opaco rodeando el raro brillo
es centro de miradas
sorprendidas
risueñas...
La redondez perfecta las ignora.
Con su orgulloso brillo
la uva sola parece haber pisado
el primer escalón del mundo inteligible.
49
La mirada detrás de las palabras
Hay un dibujo
-nítido, negro, bien delineado-
sobre el muro: es la sombra
de aquellas altas ramas.
Nuestros ojos recorren de manera distinta
cada vez: doblan aquí o allá; se detienen, a veces
para tratar de verlo todo junto
los caminos cruzados de las finas sombras
sobre el muro blanco
Y hay urgencia en guardarlo en la memoria
pues le han salido a las ramas unos brotes
y también varios gajos
del futuro follaje.
Como charla aturdida
se moverán las hojas
se moverán los finos caminos de las sombras
en la masa total de sombra informe.
Las ramas estarán, sin embargo, presentes
como mirada intensa
detrás de las palabras.
50
Orden del libro
Lo Uno 5
Movimientos 6
Doble imagen 7
*** g
Sonido 9
Hechizo 10
Apoptosis celular 11
Terca paloma 12
Raíces 13
El tercero 14
Órdenes 15
Lluvia de octubre 16
¿Qué enseñan? 17
La pena 18
Juntos 19
No y sí 20
La Fiesta de Trimalción 21
Algo entrevisto... 22
La anacahuita 23
Ayer, un eucaliptus 24
El lenguaje de las asimetrías 25
Inestabilidad 26
El viaje hacia Itea.I 27
II 28
El pez 29
Discreción en Delft 30
La escalera a oscuras 31
Calle lateral 32
Prisionero
33
Hablamos
34
Opuestos
35
Firdusi
36
Pesadumbre
37
Las cosas por su nombre...
38
La espiga sola
39
El Pájaro
40
Desprendimiento
41
Huellas
42
Canción de la contingencia
43
¿Dónde?
44
Viaje
45
¿Cuál?
46
Fines de Agosto
47
IV. Paisaje de Arles
48
Sorpresa y uvas
49
La mirada de las palabras
50
De lo invisible, de Circe Maia fue compuesto por Susana Chaer e
impreso en la Asociación de Impresores del Uruguay, testimonio de
amistad invalorable, en el mes de diciembre de 1998 para la 39a,Feria
Montevideo, Uruguay.
54